Resulta preocupante el incremento que se viene registrando en el precio de la energía en bolsa, que ya casi triplica su monto. Al comparar las tarifas de hoy, que rondan los $300 el kilovatio-hora (kWh), con el promedio de las tarifas que se manejaban en marzo de 2018 cuando el kWh circundaba los $116,77 pesos, es evidente que el aumento no proviene de escenarios normales del mercado sino que ha sido fabricado de forma desproporcionada y abusiva.
La respuesta automática, como siempre, es culpar a la naturaleza y los aspectos climáticos, especialmente al Fenómeno del Niño, que sí bien es cierto influye en el aumento de los precios de la energía, en el caso de Colombia, hoy no es el factor principal.
En el periodo comprendido entre Diciembre de 2018 y Marzo de 2019, las lluvias en el país han estado muy cerca a los promedios históricos, e incluso superándolos en algunas regiones, dejando sin fuerza la carga que se le atribuye al “Niño” por los monumentales aumentos.
El comportamiento de los niveles en los embalses ha sido el esperado para cualquier año promedio, el pasado mes de marzo el nivel agregado cerró con un 43% de su capacidad, superando el nivel del mismo mes en el 2018 en un 7.7%, momento en el que, bajo dichas condiciones, el precio rondaba los $170 pesos por kWh. Los aportes hídricos a los embalses durante el último mes son saludables y mantienen la media histórica, sin embargo, la presión al alza de los precios de energía en bolsa por parte de los generadores Hidráulicos es especulativa, y supera en casi un 170% los precios del año pasado, con semanas de hasta $303 pesos, como sucedió durante el pasado mes de marzo. Algo absolutamente inexplicable y, económicamente, indefendible.
Es obvio que los precios de energía a los que estamos siendo sometidos los colombianos son producto de la manipulación y especulación del «Cartel del agua» (los generadores hidráulicos) que venden en bolsa aumentando el precio inorgánicamente; justificándose en una expectativa no real, ni probada, de aportes hídricos futuros, sin tener en cuenta la realidad del clima en Colombia y los niveles de los embalses frente a años anteriores.
Esta es la primera vez que Colombia enfrenta un rumor del Niño después de la venta de ISAGEN, su principal activo eléctrico, que participaba con más del 20% del mercado, impidiéndole a privados controlar los precios a su antojo y conveniencia. Lo que está ocurriendo en estos momentos.
Entre el 15% y el 25% de la tarifa de la mayoría de los colombianos se encuentra expuesta a bolsa, en el caso de la región Caribe, el porcentaje es cercano al 30%. Ésta exposición la están soportando los hogares, ya que los aumentos en los precios son trasladados directamente a los colombianos en sus recibos de energía; por eso las familias lo han sentido durante estos últimos meses con incrementos de hasta un 20% en sus facturas de energía. Los anteriores porcentajes parecieran etéreos y hasta poco impactantes, pero son cifras absolutamente millonarias que están generando utilidades desvergonzadamente altas a los dueños de las hidroeléctricas, sin ningún gasto adicional, ya que el costo del agua, su combustible, es CERO.
Entonces nos preguntamos: ¿Qué justificación técnica y de costos tienen las generadoras hidráulicas para que solo en este primer trimestre del año, ya se estén superando los $300 pesos el kWh? El mercado no está siendo vigilado, ni existen acciones oportunas para ponerle control a los precios de la energía que afectan directamente el bolsillo de los hogares colombianos. El Gobierno Nacional debe poner freno al «Cartel del Agua» y controlar los precios de la energía eléctrica porque en estos momentos no existen gestiones para atender esa especulación que estresa la economía de los hogares y empobrece a la población.